miércoles, 10 de noviembre de 2010

La "conquista" de Antena 3


Hace un par de semanas Antena 3 estrenó uno de sus proyectos más ambiciosos: Hispania. La serie cuenta la historia de Viriato, durante la conquista de la Península Ibérica por parte de los Romanos. Con nombres como Lluís Homar, Natalie Poza o Juan José Ballesta y Ana de Armas (buscando así al público joven) aterrizó en nuestras pantallas. No llego sin polémica. Telecinco le plantó cara con unos movimientos de contraprogramación dignos de la calidad de la cadena en cuestión. Y aun así no pudo con ella. Lo único que consiguió la de Fuencarral fue presentar la candidatura de su TV Movie, Felipe y Letizia, a la mejor comedia del año. Esto tuvo un eco en Twitter que incluso periódicos nacionales recogieron.

Desde luego no voy a profundizar en este tema, sino en el pequeño pasito que la ficción española ha dado con Hispania. Como consumidora de series yankees habitual y de series españolas ocasional tengo una cosa muy clara: ambas corrientes no se pueden comparar. Sí que es verdad que Hispania ha supuesto un pequeño avance de calidad, pero la televisión española sigue estando a años luz de la americana. Por lo tanto, a aquellos puristas que sólo consumen productos del otro lado del charco les reconozco que ni mucho menos Hispania se acerca a los estándares de lo que entendemos como una buena serie, pero sigo en mis trece de que si nos quedamos en el marco nacional estamos ante una de las mejores producciones que se han hecho.

Quise esperar antes de dar mi opinión sobre la serie para comprobar si, con el paso de los capítulos, todo se iba a volver culebronesco, como se tiende a hacer en este país. Con el tercero visto y el cuarto a unas horas de su emisión, parece ser que no se ha seguido esta tendencia. Las tramas se centran en la lucha entre el pueblo hispano y el ejército de Roma y en todo lo que se deriva de esta situación. Sólo hay algo que me rechina especialmente y es la obsesión de la mujer del pretor con Viriato. Vale que el síndrome de Estocolmo pudiese también existir en la época, pero de que esa parte de la trama está forzadísima no hay ninguna duda.

El ritmo de éstas es lento. Sobre todo en el piloto, donde a mi parecer no ocurría casi nada y para mí un episodio no especialmente brillante. Por suerte, han ido tímidamente corrigiendo esto y tanto en el segundo como en el tercero se han ido desarrollando los acontecimientos de forma más activa y no tan sosegada. Si el primero buscaba entrar por lo visual, los otros dos han mejorado sus tramas. Además destacar que los capítulos son un poco más cortos de lo habitual en la pequeña pantalla española y que los emiten casi sin anuncios (algo que no dudo que durará poco, puesto que para mí no es más que una estrategia en contra de Telecinco. Bendita estrategia, sea dicho de paso).

Todo esto está aderezado con un plantel de actores para quitarse el sombrero en muchos casos. Lluís Homar y Nathalie Poza llevan el peso de toda la serie y, personalmente, se lo agradezco. Reconozco que uno de los motivos que más pesan en mi decisión de sentarme en el sofá para ver esta serie es disfrutar de sus actuaciones. Sin olvidar a mi debilidad personal, Jesús Olmedo, que sé que es algo totalmente subjetivo, pero que nadie me puede negar que al menos correcto está. El que para nada lo está es Juan José Ballesta, que a pesar de que es un chaval al que hay que reconocerle un gran trabajo en determinadas películas, aquí no sé que pinta ni quien decidió que había pasado el casting. Lo siento por él, pero cada vez que sale en escena me da un poco de vergüenza ajena (y con esto no quiero hacer sangre, así que no seguiré por aquí).

En definitiva, hay que reconocerle a Antena 3 que ha sido valiente y esperemos que poco a poco el resto de cadenas siga su ejemplo y arriesguen. Aunque mucho me temo que esto no es más que una preciosa e ingenua ilusión.

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