lunes, 15 de noviembre de 2010

Elemental, querido Watson


Andaba hace unos días realmente sorprendida con la rapidez con la que últimamente se me descargaban las cosas y llegó un momento en que ponía series a bajar sólo para comprobar que la racha seguía. Aquellos maravillosos momentos pasaron, muy a mi pesar, pero me dejaron en el disco duro una pequeña joyita de la que casi no había oído hablar (pasar todo el verano en un pueblo perdido sin Internet es lo que tiene). Una revisión de Sherlock Holmes en la que está involucrado Steven Moffat donde muestra como sería un personaje así en el siglo XXI.

Cuando me puse con ello encontré tres capítulos oscuros y brillantes a la vez. Brillantes por el Londres nocturno y delictivo que muestran sin que la ciudad pierda su elegancia, por los casos retorcidos y la manera fría en la que los personajes lo afrontan y por la oscuridad de esos mismos personajes. No hay que mirar más allá de la primera escena para ver a un Watson atormentado por lo que ha visto en la guerra de la que acaba de regresar. A lo largo de la temporada no empatiza con Holmes, ni siquiera lo intenta, pero se mantiene a su lado porque los casos son lo primero con lo que se siente motivado desde que ha vuelto.

También Sherlock se mantiene en esta línea. La manera en la que se relaciona con todo el mundo es brusca, asocial y incluso se intuyen ciertos rasgos de Asperger (tan de moda últimamente). De todo ello destaca la opinión que los de alrededor tienen de él. Y es que más de uno está convencido de que en un momento dado, cuando los casos que se encuentre no supongan para él ya un reto intelectual, cruzará la frontera que lo convierta a él en asesino. Aquí no hay buenos ni malos, como en las novelas, sino personajes que buscan motivaciones, retos, salir del hastío diario.

Desde luego, es una visión diferente de las versiones que han ido apareciendo. No se han centrado en el tema de las drogas y Sherlock, sino que le han dado un toque propio y genial sustituyéndolo con los parches de nicotina y las reacciones de los dos protagonistas cuando se produce una redada en su casa. También han querido en ocasiones no tomarse a sí mismos tan en serio a través de las confusiones que hay respecto a la relación entre ambos.

Como no todo iba a ser perfecto he de decir que a mí el segundo capítulo me sobra un poco. Es la excusa perfecta para seguir disfrutando de los personajes, pero no va más allá. No avanza especialmente en la trama principal y se les va un poco la pinza hacia el final con todo el tema del circo chino, al menos para mi gusto. Y Algo que no sé si es bueno o malo y sólo el tiempo lo dirá, aunque es verdad que era indispensable, es ese Moriarty que presentan al final. Pueden conseguir sorprender aun más o salirse de madre.

En cualquier caso no habrá segunda temporada hasta el otoño de 2011. Los británicos han decidido hacernos esperar (y yo todavía no me he mentalizado). Eso sí, han dejado claro de nuevo que saben hacer las cosas muy bien.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

La "conquista" de Antena 3


Hace un par de semanas Antena 3 estrenó uno de sus proyectos más ambiciosos: Hispania. La serie cuenta la historia de Viriato, durante la conquista de la Península Ibérica por parte de los Romanos. Con nombres como Lluís Homar, Natalie Poza o Juan José Ballesta y Ana de Armas (buscando así al público joven) aterrizó en nuestras pantallas. No llego sin polémica. Telecinco le plantó cara con unos movimientos de contraprogramación dignos de la calidad de la cadena en cuestión. Y aun así no pudo con ella. Lo único que consiguió la de Fuencarral fue presentar la candidatura de su TV Movie, Felipe y Letizia, a la mejor comedia del año. Esto tuvo un eco en Twitter que incluso periódicos nacionales recogieron.

Desde luego no voy a profundizar en este tema, sino en el pequeño pasito que la ficción española ha dado con Hispania. Como consumidora de series yankees habitual y de series españolas ocasional tengo una cosa muy clara: ambas corrientes no se pueden comparar. Sí que es verdad que Hispania ha supuesto un pequeño avance de calidad, pero la televisión española sigue estando a años luz de la americana. Por lo tanto, a aquellos puristas que sólo consumen productos del otro lado del charco les reconozco que ni mucho menos Hispania se acerca a los estándares de lo que entendemos como una buena serie, pero sigo en mis trece de que si nos quedamos en el marco nacional estamos ante una de las mejores producciones que se han hecho.

Quise esperar antes de dar mi opinión sobre la serie para comprobar si, con el paso de los capítulos, todo se iba a volver culebronesco, como se tiende a hacer en este país. Con el tercero visto y el cuarto a unas horas de su emisión, parece ser que no se ha seguido esta tendencia. Las tramas se centran en la lucha entre el pueblo hispano y el ejército de Roma y en todo lo que se deriva de esta situación. Sólo hay algo que me rechina especialmente y es la obsesión de la mujer del pretor con Viriato. Vale que el síndrome de Estocolmo pudiese también existir en la época, pero de que esa parte de la trama está forzadísima no hay ninguna duda.

El ritmo de éstas es lento. Sobre todo en el piloto, donde a mi parecer no ocurría casi nada y para mí un episodio no especialmente brillante. Por suerte, han ido tímidamente corrigiendo esto y tanto en el segundo como en el tercero se han ido desarrollando los acontecimientos de forma más activa y no tan sosegada. Si el primero buscaba entrar por lo visual, los otros dos han mejorado sus tramas. Además destacar que los capítulos son un poco más cortos de lo habitual en la pequeña pantalla española y que los emiten casi sin anuncios (algo que no dudo que durará poco, puesto que para mí no es más que una estrategia en contra de Telecinco. Bendita estrategia, sea dicho de paso).

Todo esto está aderezado con un plantel de actores para quitarse el sombrero en muchos casos. Lluís Homar y Nathalie Poza llevan el peso de toda la serie y, personalmente, se lo agradezco. Reconozco que uno de los motivos que más pesan en mi decisión de sentarme en el sofá para ver esta serie es disfrutar de sus actuaciones. Sin olvidar a mi debilidad personal, Jesús Olmedo, que sé que es algo totalmente subjetivo, pero que nadie me puede negar que al menos correcto está. El que para nada lo está es Juan José Ballesta, que a pesar de que es un chaval al que hay que reconocerle un gran trabajo en determinadas películas, aquí no sé que pinta ni quien decidió que había pasado el casting. Lo siento por él, pero cada vez que sale en escena me da un poco de vergüenza ajena (y con esto no quiero hacer sangre, así que no seguiré por aquí).

En definitiva, hay que reconocerle a Antena 3 que ha sido valiente y esperemos que poco a poco el resto de cadenas siga su ejemplo y arriesguen. Aunque mucho me temo que esto no es más que una preciosa e ingenua ilusión.

sábado, 6 de noviembre de 2010

El ensordecedor silencio de los muertos vivientes


El pasado domingo, como todo el mundo a estas alturas sabrá ya, la cadena AMC estrenó The Walking Dead. Venía precedida de altas expectativas y, por lo que he podido leer hasta ahora, no ha defraudado. No hay más que echar un vistazo a las audiencias para ver que su estreno ha sido todo un éxito.

Este éxito muchas veces no tiene porque venir acompañado de calidad, pero en este caso por suerte sí. En el piloto se han cuidado todos los elementos que dan forma a esta historia apocalíptica que no era fácil de presentar. He de decir que no me he leído los comics en los que se basa, así que no sé qué han utilizado de ellos y qué no, pero han conseguido capturar una atmósfera que para mí, como espectadora, me parece apasionante.

Apasionantes son todas las historias que por ahora tan sólo han asomado la cabeza en la serie. La enfermedad que ha causado todo y de la que casi no sabemos nada, el viaje del protagonista a través del cual va descubriendo como es el mundo en el que se ha despertado, el campamento en el que están su mujer y su hijo y el motivo que a todos les ha conducido hasta allí…

Todas las tramas están reflejadas en unas escenas que buscan la reacción del espectador. Escenas como la puerta encadenada del hospital o la salida de Rick al mundo exterior siendo recibido por una pila descomunal de cadáveres. Y que decir de su entrada a caballo a la ciudad, sin olvidar a esa zombie arrastrándose por la hierba sin piernas.

Los zombies han sido cuidados hasta el más mínimo detalle, al menos en este piloto. Es uno de los ingredientes donde se ve la gran inversión que se ha hecho. Se han presentado sin necesidad de añadir ni más ni menos casquería, sino la correspondiente para que todo siga esa armonía de elementos que componen el capítulo. Pero no es lo único que funciona.

Ese silencio que reina en la historia me ha conquistado. Porque no es un silencio sin más, es un silencio agobiante que recuerda constantemente que, a pesar del paisaje duro y solitario que se muestra, todo está lleno de criaturas que pueden aparecer en cualquier momento y en cualquier parte.