martes, 22 de marzo de 2011

El sol no brilla en San Diego


Hace poco me he puesto al día con Mr. Sunshine. Hasta el momento no había oído ni leído nada al respecto. Por lo tanto, no tenía mayores expectativas que el ver a Mathew Perry y a Allison Janney de nuevo en televisión. Algo que visto de otro modo quizá ya eran muchas esperanzas puestas en este estreno. En cualquier caso ninguna de ellas parece haberse cumplido.

Mathew Perry viene de dos grandes series de la historia de la televisión como son Friends y Studio 60. Por supuesto, no hace falta recordar de donde viene Allison Janney. Con todos estos elementos presentes es imposible que un producto tan mediocre sea suficiente para contentar a sus seguidores.

La serie se define ella sola con la imagen final que ponen después de cada capítulo con un Perry convertido en dibujo animado, cayendo en una montaña rusa y exclamando poco más que un “meh”. Exactamente esa es la palabra: “meh”. No aporta absolutamente nada. La historia podría parecer diferente sobre el papel, pero ni por esas te hace pensar que estás viendo algo nuevo.

Las tramas principales que nos presentaban en el piloto eran las que involucraban, por un lado, a Ben (Perry) en un triángulo amoroso y, por otro, a Crystal (Janney) queriendo recuperar la relación con su hijo. La primera parece resuelta en ese mismo episodio, por mucho que intenten reanimarla en los posteriores. Es una pena porque uno de los pocos personajes que me parecen interesantes y divertidos es el de Alice, otro de los vértices de ese triángulo. Cada vez que sale le da la vitalidad que la serie no alcanza.

La otra trama principal es la de Crystal. Esa no la asesinaron al principio, pero es que no quiero saber nada más sobre ella porque no puedo con el personaje de Janney. Y mira que me duele, pero es que en ocasiones, y no pocas, tengo vergüenza ajena cada vez que aparece en pantalla. La única sonrisa que me ha arrancado ha sido en el último capítulo emitido hasta ahora en el que se marcaba una canción que, aunque sin venir a cuento, demostraba de nuevo lo grande que es.

En cualquier caso, tengo la sensación de que todo no es más que una excusa para ver de nuevo a Mathew Perry en televisión. Porque eso sí hay que reconocerlo, él está genial. No es por mi debilidad hacia él, que también existe, sino que brilla sobre todos los demás. Quizá por eso, a pesar de todo lo que he escrito hasta ahora, siga viendo la serie. Y supongo que le pasará a todo el mundo lo mismo. Dependiendo de lo que a cada uno le guste su protagonista irá abandonando tarde o temprano Mr. Sunshine, porque no tiene ninguna otra razón que retenga a los espectadores frente al televisor.

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