martes, 6 de julio de 2010

Un drama con sabor a nada.


Lo admito: a sabiendas de que hay cientos de mejores cosas que hacer en la vida que ver ‘Life Unexpected’, yo he terminado por verme los trece capítulos de los que consta su primera temporada. Y no sé si sentirme orgulloso o avergonzado por ello (orgulloso por lo que me ha costado aguantar, y avergonzado… bueno, los que habéis visto la serie sabéis muy bien a qué me refiero).

Su comienzo fue bueno. O al menos eso pensamos todos, ya que su piloto nos dejó muy buen sabor de boca. Pero ahí quedó todo. Porque no he visto ningún avance en la serie desde ese primer vistazo. Sus personajes resultaron ser planos e insustanciales. Por mucho trasfondo que los guionistas tratasen de transmitirles, eran aburridos, y vivían situaciones absurdas, dignas de culebrón. Porque vamos, los rebotes que se pillaban así porque sí, capítulo tras capítulo, por tonterías de la más amplia gama… Madre, cómo he llegado a odiar el personaje de Lux. Que sí, que a todos nos da mucha pena que la diesen en adopción cuando era un bebé, y que no lograse encontrar una buena familia. ¡De verdad que sí! Pero que siendo una adolescente le pongan el carácter de una niña de cinco años que se enrabieta en cuanto no le das lo que quiere me parece cuanto menos ridículo. ¡Por favor, que sólo le falta tirarse al suelo y patalear o aguantar la respiración!
Y los padres… ay los padres. Estos son treintañeros con la actitud de adolescentes. (¡Como en Dawson’s Creek! :P).
- Baze no tiene remedio. Al principio todavía nos podía dar algo de pena, pero a medida que pasa el tiempo cansa. Y mucho. Aquí tengo que volver a hablar de los guionistas. Siento si me meto mucho con ellos, pero es que realmente se lo merecen. ¡Si es que no se aclaran! Ahora a Baze le va a gustar Kate. Pero después no. Luego sí. Más tarde un poco. Al rato sólo tiene sentimientos, ¡término que les resulta tremendamente ambiguo, cuando no tiene nada de ambiguo! En fin. Que lo que da es pena. Y que finalmente le echen la culpa de los fracasos de toda su vida a que su padre no le hacía caso cuando él más lo necesitaba de joven… nada, nada, sin sentido.
- Kate es una incomprendida por el mundo. Nadie sabe lo que pasa por su cabeza, más que nada porque depende de a quién esté mirando a cada momento. Que tiene a Ryan delante. Pues lo quiere. Que es Baze. Pues duda respecto del otro. No para. Y su indecisión se vuelve uno de los centros de la trama que en mi opinión más aburren al teleespectador. He de admitir que en un principio Kate era mi personaje preferido. Me molaba el rollo de que trabajase en la radio y que allí hablase súper rápido sobre temas de la vida corriente sin pudor alguno estando su novio delante. Sí, me gustaba. Y le perdoné sus primeras depresiones respecto al tema de Lux hasta que me cansé y la di por perdida. Sigo pensando que es el personaje con un mayor potencial, pero parece que se esfuerzan por que se quede ahí.
- Lux… Lux, Lux, Lux. Vaya con la adolescente salida de la nada. Creída, egoísta, prepotente. Vaya, que les ha tocado todo un amor de niña. Pero eh, el ser súper mona nadie se lo puede quitar. Una ricitos de oro en toda regla… a la que no consiguen sacar ningún provecho. ¡Dios santo, si es que es odiosa! Por no dar, ya no da ni lástima. Había que darle en el morro, como a los perros, para que se callase de vez en cuando. Que una bofetada a tiempo ahorra muchas tonterías.
Y del resto de personajes poco tengo que decir. Ninguno llama la atención. Ninguno destaca. Ni el novio de Lux, o los amigos de Baze, o la hermana de Kate. Aburridos todos.

Una característica que me ha llamado mucho la atención en la serie es el gran don que poseen todos los personajes para ejercer como psicólogos. Porque aunque sus vidas personales sean un asco, cuando se trata de hablar de los problemas de otros se vuelven súper sabios, responsables, y dan unos consejos de la hostia. Me tendría que buscar yo unos amigos así para mis aburridos dramas personales.

En fin, ya sé que todos los que hayáis leído esta entrada tendréis unas ganas inauditas de ver ‘Life Unexpected’. O como mínimo esperaréis la segunda temporada con ansias. Igualito que yo, vamos. Pero ahora, admito que veré los primeros capítulos cuando vuelvan a emitirla… por criticarla, aunque sea.

Marchando una de O+


*Spoilers en la entrada para aquellos que no hayan llegado al 3x03 de True Blood*

En medio de toda la parafernalia que ha arrastrado y sigue arrastrando el estreno de la nueva película de la saga Crepúsculo se ha estrenado la tercera temporada de True Blood. Qué cualquier parecido entre una y otra es pura casualidad puede que sea cierto, pero algo no me olió bien cuando vi el primer episodio. Hombres lobo, menuda novedad. Y además, precisamente ahora, después de que fueran un éxito en Luna Nueva. Ya me han dicho que sí que aparecían en los libros de True Blood, y aun así el que los introduzcan justo en este momento me sigue mosqueando. Recordemos que la serie nació cuando la saga de Stephanie Meyer estaba en pleno auge.

En cualquier caso no voy a ocultar que la serie de Alan Ball no es una de mis favoritas. ¿Qué por qué la sigo viendo? Seguirá siendo para mí un enigma sin resolver. Muchos de sus personajes me dan igual, incluso me cansan. Cuando Tara se intentó suicidar me dio igual, toda la historia de Sam y su familia me da igual (aunque sirve para tenerlo apartado de Sookie y compañía, lo cual se agradece), Jason y sus ganas de ser ahora un superhéroe me dan igual... Que, por cierto, no sé si es que los guionistas no saben que hacer con este último o es que simplemente las historias reservadas para él son así de malas (con excepción de la secta, porque esa masturbación a Jason en la bañera de Sarah, la mujer del predicador, porque Dios se lo pedía fue muy grande).

También he de reconocer que hay cosas que me están pareciendo interesantillas. A ver como se desarrolla la relación entre Sookie y Eric, porque aunque yo sea una de las pocas a las que les gusta Bill, me parece que de aquí puede salir algo muy bueno para la serie. Más aun me gusta toda esa especie de aristocracia vampírica que poco a poco nos van mostrando. Reyes enfrentados y matrimonios de conveniencia pueden dar muchísimo juego.

Por último la alegría más grande me la he llevado al ver a James Frain como vampiro dándose una vuelta por Bon Temps. Y es que en los Tudor me encantaba. Gran actor, y puede que buen personaje el que le han dado.

Sólo queda seguir viendo como transcurre todo.